📖Mujeres en la historia: ¿Catalina la inmoral?
Catalina II de Rusia fue emperatriz de Rusia continuadora de la obra de su antecesor Pedro el Grande, al final del siglo XVIII. Conocida como “la gran déspota ilustrada” del norte continuó con los ideales imperiales auspiciados por aquél y convirtió ese inmenso país en un poderoso Estado Europeo.
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Si bien contó con las simpatías de los filósofos ilustrados de Occidente ello no fue óbice para que reprimiera las sublevaciones campesinas y se apoderara de los estados vecinos de Polonia y Turquía.
Su llegada al poder
Figchen como así llamaban a Federica Augusta Sofía, tenía parentesco lejano con los zares de Rusia. Nació el 2 de mayo de 1729 en Pomerania. Era hija de Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst y gobernador de Stettin (en la actual Polonia). Su madre, Juana de Holstein-Gottorp, no tuvo jamás con ella una buena relación.
Isabel Petrovan emperatriz de Rusia, hija de Pedro el Grande, había llegado al poder después de la caída de cinco zares distintos. La decisión de Pedro I de reservar el derecho de designación de un heredero al propio zar fue el motivo de sucesivas intrigas palaciegas que condujeron a la situación de desgobierno constante.
La dinastía de los Romanov
Para asegurar la dinastía de los Romanov, la emperatriz Isabel había de elegir esposa para su sobrino y heredero Pedro Ulrico y de esta forma continuar la dinastía de los Romanov. Pronto eligió a la joven Sofía Augusta quien se convertiría en Catalina Alexeievna.
La nueva Catalina vivió en el Palacio de Oraniembaum con su marido, el futuro Pedro III. Muerta la emperatriz Isabel en 1762, los nuevos zares se trasladaron al Palacio de Invierno de San Petersburgo.
Un marido indigno de Catalina la Grande
Pedro Ulrico fue un marido poco deseable, borracho, torpe y según los historiadores, poseía aires de locura, por lo que nunca tuvo el apoyo de la nobleza ni del pueblo. Su mala reputación creció al convertirse en el zar Pedro III, contando además, con el apoyo de la nobleza y del ejército.
Debido a ello Catalina dio un golpe de estado para convertirse en Catalina II de Rusia. De todas formas la permuta de poder se hizo sin derramamiento de sangre.
La nueva situación fue aceptada por Pedro a cambio de vivir tranquilamente en su residencia con su tabaco y su vino. Sin embargo, la tranquilidad le duró muy poco, pues murió pronto en circunstancia muy extrañas. Su muerte fue utilizada por los detractores de Catalina quienes la acusaron de ser la ejecutora del asesinato al igual que fue acusada de las muertes de otros pretendientes a la corona.
Su vida amorosa
Se sabe que no mantenía una vida amorosa con su marido lo que aprovecha para buscar el amor en otros lechos. Su vida es una interminable vida amorosa con una cantidad importante de hombres, causa de ello es que ha sido muy criticada por la historia.
También incide en este comportamiento el hecho de que fue objeto de comentarios calumniosos por la falta de herederos reales, pues estos llegaron por la vía de amantes, como Sergei Saltikov que según los comentarios compartió cama con Catalina por la intermediación de la emperatriz Isabel. Poco después mantuvo relación con Gregorio Orlov instigador del golpe de Estado contra el gran duque.
Pero no solo mantuvo relaciones con quienes le dieron descendencia, pues eran muchos más los que fueron sus amantes desde su primer y gran amor, su tío Georgie, hasta el gran Potemkin.
La autócrata
Catalina II de Rusia llevo a cabo muchas reformas, pero siempre favoreciendo a la nobleza, sin que por nada y para nada efectuó cambios que pudieran favorecer a los necesitados. Bajo las formas de un falso liberalismo, hizo de Rusia una gran potencia. Siendo motivo de grandes revueltas durante su reinado, como el levantamiento campesino dirigido por Pugatchev.
Su relación con los ilustrados
Catalina II mantenía relaciones con ilustrados europeos como Voltaire, Diderot y otros de distintos lugares de Europa que influenciaron en cierto modo en ella, por lo que intentó poner en práctica ideas políticas de Montesquieu con la conformación de una Comisión de 652 Diputados, pero sin ningún resultado positivo.
Entre otras medidas de Catalina se encuentra la creación de centros educativos y asistenciales como el instituto Smolny para la preparación de jóvenes. Hay que destacar también que su colección de arte privada es el comienzo del Museo de Hermitae. Por otro lado, consciente de los grandes avances médicos accedió a ser la primera en ser vacunada con la intención de introducir el nuevo modelo de medida preventiva en su país.
El final de Catalina
Finalmente, Catalina fallece en San Petersburgo el 17 de noviembre de 1796 dejando a su hijo Pablo el trono al que había servido desde el primer momento. La emperatriz se caracterizó por su firmeza en sus convicciones hasta el día de su muerte, sin importarle las críticas que recibió como mujer y que seguramente de haber sido hombre, no hubiera recibido.