¿Es verdad que las universidades dejarán de existir en 5 años?
¿Una pregunta sorprendente, verdad? ¿Alguna vez te pusiste a pensar si algo así sería posible?
La idea comienza a rondar en el año 1997, cuando la revista Forbes publicó un artículo con una entrevista al consultor, profesor de negocios, tratadista y abogado austríaco Peter Ferdinand Drucker, quien fue considerado el mayor filósofo de la administración del siglo XX. En dicho artículo, Drucker dijo que en 30 años los grandes campus universitarios serían edificios obsoletos, vacíos; que se estaban produciendo cambios tan grandes como cuando apareció por primera vez el libro impreso y que las universidades no lograrían sobrevivir. Como te habrás dado cuenta, de esos 30 años ya han pasado 25 y, aunque no lo creas, hoy más que nunca están dadas las condiciones para que la predicción de Drucker se cumpla.
No tenemos un problema, sino varios
Hace ya una buena cantidad de años que se debate en torno a la eficacia de la educación universitaria. Incluso antes de la explosión tecnológica, que comenzó en la década de los ’90, los círculos académicos de diversas partes del mundo se planteaban la necesidad de repensar la forma en que la educación era impartida.
¿Te parece bien que los estudiantes acudan a un establecimiento durante varias horas, todos los días, para escuchar de manera pasiva a sucesivos profesores que les hablan cada uno acerca de sus respectivas asignaturas? ¿Crees que es práctico para el profesor repetir los mismos conocimientos una y otra vez durante el día, varios días a la semana, todas las semanas del año, durante todos los años de su vida profesional?
Si tu respuesta fue siempre NO, quiere decir que tenemos por un lado el problema de cómo el alumno recibe los conocimientos y, por el otro, cómo es que el profesor los imparte. El profesor repite siempre el mismo track, mientras que el alumno escucha un track detrás del otro como compartimentos estancos, lo cual desprende a su vez un tercer problema: ¿quién se encarga de guiar al alumno en la vinculación de todos esos tracks?, ¿quién lo ayuda en la integración de todo ese conocimiento?
Pero verás que hay más: este sistema, que no parece ni del todo eficaz ni del todo práctico y que hace que todas las personas involucradas sean más o menos infelices, tiene un coste. Cuesta dinero al estado, en el caso de las universidades estatales, y a las familias, en el caso de las privadas. Claro que hace más de 1000 años que existen las universidades y de allí han salido los profesionales que fueron capaces de traernos hasta aquí, pero ¿crees que podría haber alguna forma de hacer que el sistema de educación sea más eficaz tanto pedagógica como económicamente hablando?
Influencia de las TIC en la educación
Sin dudas que el comentario de Drucker de finales de los ’90 tiene relación con la explosión que produjo la aparición de Internet durante esa década y el enorme potencial que se abría en todos los campos, incluyendo el de la educación, para agilizar los procesos.
Y, si bien no fueron muchos los que compartían una visión de futuro tan categórica como la de Drucker, muchos estaban de acuerdo con que las universidades debían hacer algunos ajustes debido a los cambios que se estaban produciendo: globalización creciente, mayor demanda de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), cada vez mayor cantidad de personas que se interesaban por seguir aprendiendo a lo largo de su vida, mayores recortes financieros por parte de los gobiernos y aumento de los costes internos.
Habrás notado que con la incorporación de las nuevas tecnologías en el ámbito educativo, nuevos términos comenzaron a formar parte del vocabulario: campus virtual, videoconferencias, clases online, sitio web de la facultad (con toda su información respecto de programas, noticias y trámites), blog de la asignatura (donde se incluyen temas, noticias de interés, ejemplos de exámenes), software online de organización de clases, etc. Todas ellas herramientas que permitían tanto a establecimientos como a estudiantes y docentes comunicarse de manera más ágil, evitar traslados, compartir experiencias y acceder a mucha más información en menos tiempo.
Si bien los cambios se estaban dando de manera gradual pero inexorable y algunos comenzaron a recordar las palabras de Drucker, sabes bien que en las grandes estructuras los grandes cambios no son fáciles ni rápidos. A menos, claro, que de un momento para el otro todos nos viéramos obligados a producir esos cambios.
Una pandemia está entre nosotros
Y, de repente, sin que nadie pudiera anticiparlo, estalló la pandemia de COVID-19 a nivel global. Si de un momento para el otro ya no podíamos salir de casa ni siquiera para hacer la compra de los alimentos, ¿qué íbamos a hacer con todo lo demás? ¿El trabajo, la educación, la salud, las reuniones sociales? Y fue así que las TIC, que silenciosamente se habían estado expandiendo en todos los ámbitos, se convirtieron en protagonistas y salvadoras de nuestras vidas.
Las empresas, los colegios, los hospitales, los ayuntamientos en general y las personas como tú en particular tuvieron que ponerse al día tecnológicamente para poder seguir de alguna manera con sus actividades cotidianas.
¿El ordenador está viejo y no sirve para videollamadas? Hay que agregarle más memoria y una cámara. ¿No tienes ordenador? Te presto el mio. ¿Te quedaste sin Internet? Te comparto mi señal. Algo maravilloso sucedió entre la gente: muchos nos dimos cuenta de que podíamos ser generosos con los demás.
Y así, de a poco, todos comenzamos a funcionar de una nueva forma y descubrimos que había muchas cosas que ya no hacía falta hacerlas de manera presencial, sino que podían resolverse perfectamente de manera virtual. Como, por ejemplo, la educación.
Habrás notado que muchas iniciativas digitales surgieron a través de las TIC para darle continuidad a la enseñanza: más allá de las clases virtuales y de las mejoras de las plataformas para la realización de las tareas, fueron también posibles los encuentros digitales para el visionado de películas, para el desarrollo de clases de educación física, para el ensamble de un coro, para la grabación de las clases de teatro. De repente, la gran mayoría de los estudiantes estaban tomando sus clases de manera virtual desde su propia casa.
Es verdad que no todos pudieron acoplarse con la misma facilidad, o que algunos no lo hicieron nunca y quedaron totalmente relegados de sus actividades, en especial las familias de menores recursos o alejados de la tecnología por un motivo u otro, pero lo cierto es que la gran mayoría logró funcionar de esta manera mejor que como lo habían hecho siempre, y ahora se preguntaba: ¿por qué volver a lo de antes? ¿Por qué trasladarte si lo puedes hacer desde tu casa? ¿Por qué todo tiene que volver a como estaba si así hay muchas cosas que así funcionan mejor?
El fin de las universidades
Si observas un poco lo que está sucediendo en el ámbito universitario, verás que todos sus miembros se están haciendo preguntas al verse obligados a volver a la normalidad prepandemia.
Los estudiantes piensan que para el rol pasivo que tienen en el aula, bien podrían ahorrarse el tiempo, el dinero y el desgaste del traslado, y tomar sus clases por videollamada desde su casa.
Los docentes sospechan que para estar repitiendo una y otra vez los mismos conceptos varias veces por día, todos los días de su vida, bien podrían tener una parte grabada en vídeo y luego dedicar otra parte de la clase a enriquecer esas ideas, o bien a una práctica que refuerce la teoría.
Y, por último, las universidades y los gobiernos se cuestionan si realmente deben mantener tantas aulas en edificios tan grandes, iluminadas y calefaccionadas o refrigeradas todo el año, siendo que gracias a la virtualidad los demás actores educativos la están pasando mejor.
De todas maneras, no debes llevarte por la pasión y de repente creer que todo puede resolverse de manera virtual, dado que el contacto humano directo sigue teniendo vital importancia en la vida de las personas. Hay un intercambio de ideas que, de momento, solo puede darse de manera pasional en la presencialidad, dado que la tecnología todavía tiene dificultades para que dos personas puedan hablar al mismo tiempo. La presencialidad también aporta gestualidad, proximidad, contacto, es decir, afecto, del que no deberíamos prescindir jamás.
Por otro lado, debes pensar en la infraestructura necesaria para llevar adelante semejante cambio: servidores, aulas informatizadas, wifi de alta velocidad, ordenadores y software actualizados para todo el mundo, y capacitación para saber utilizar las herramientas.
Se está hablando de una potente inversión económica, un reordenamiento de los espacios y los tiempos en los que sucederán las cosas. Piensa que quizás ya no sean necesarias las aulas para ir a escuchar, sino grandes espacios en los que se puedan desarrollar prácticas reales.
Estamos hablando de un fuerte reordenamiento de la docencia, la investigación y la gestión. Faltan solo 5 años para que se cumpla la predicción de Drucker y, al parecer, todas las condiciones ya están dadas, pero ¿quién crees que se animará a ser el capitán de semejante revolución?
Artículo Jose Carlos O´Donnell (CEO Examenexam)
Es cierta la vision actual que das de las universidades; sinceramente creo q se podría hacer un mix de lo nuevo y de lo no tan nuevo. Se cuestiona lo antiguo como algo “obsoleto” y no creo q sea así al 100%; al igual que se le da a lo nuevo la validez total, y creo q lo q habría que hacer es un análisis profundo de los handicaps actuales para lograr una enseñanza universitaria de calidad. Es un tema arduo y nada fácil y dudo q los órganos competentes quieran dar el primer paso.
Pero toda crítica constructiva siempre viene bien para q activemos nuestra educación universitaria en pro de la mejora de la misma.
Siempre que uno se sale del molde lo tachan de loco, pero se necesita ser valiente para hacer que nuestras nuevas generaciones puedan competir internacionalmente, nos jugamos mucho y la educación de un país es lo más importante
Exacto, para mí la educación es la base de la sociedad, pero los políticos se limitan a cambiar normativas y leyes y punto… Y en el papel queda precioso pero la realidad es otra muy muy distinta: ¿recursos? programación? infraestructura? medios personales?
Yo abogaría por un gobierno donde existiera un equipo en materia educativa formado por profesionales del sector, ahi sí se cambiarían las cosas a mejor.
Hay que apostar las dos líneas. Optimizando recursos, pero en las dos líneas. Los más pudientes lo harían presencial y los menos de forma on line. Y ayudando siempre a los estudiantes más ilustres. Creo que sería lo más acertado.
Un saludo
Si es por coste recortaría muuuchaaás cosas antes que en universidades .Me parece bien que tengamos que evolucionar e ir de la mano de las nuevas tecnologías, pero para mí los que deben de cambiar la forma de instruir son el profesorado, que no sean loros repitiendo lo mismo un año tras otro, se acomodan y no innovan ni consiguen lo mejor de cada alumno, la presencialidad yo la veo esencial, aunque si aceptaría parte virtual y parte online, con evidentes mejoras claro…