⛪Semana Santa de Málaga: leyendas y tradiciones
Entre las fiestas y tradiciones de Málaga la Semana Santa descuella por ser uno de los eventos que más gente atrae hacia la capital andaluza. Gente de toda España y del mundo se dan cita en sus calles para disfrutar de una tradición en la que fluye cultura, tradición y festejo.
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El Domingo de Ramos, y el Domingo de Resurrección más de 40 cofradías harán su estación de penitencia acompañadas de fieles. En este artículo te contamos su historia de siglos que comienza en la Reconquista por parte de los Reyes Católicos en 1487.
Historia de la Semana Santa de Málaga
Al comienzo, los tronos eran llevados por unas 10 personas. En la actualidad algunas imágenes son llevadas por más de 250 hombres. Las imágenes iban acompañadas por un cortejo de nazarenos y de los conocidos como los «hermanos de sangre» o disciplinantes, que hacían el recorrido de acompañamiento azotándose, lo que causaba gran asombros entre el público.
Fue en el siglo XIX, cuando la invasión de España por parte de Napoleón hizo que las cofradías perdieran gran parte de sus riquezas. Con la llegada del siglo XX fue también el inicio de la Semana Santa moderna, La Guerra Civil, como sucediera con la invasión Napoleónica, coloca en situación muy delicada a las cofradías. Muchas imágenes se quemaron perdiendo gran parte de su patrimonio. Volviendo a celebrarse durante el franquismo hasta nuestros días.
Leyendas y tradiciones
Málaga, es rica en leyendas y tradiciones cofrades gracias a su historia:
El Cristo de la Sangre
Málaga la marinera ha sido propicia para la creación original y popular de una leyenda vinculada con los pescadores. El relato nos cuenta que un grupo de pescadores, que navegaban a bordo de una jábega, fueron presa de un temporal cuando faenaban, por lo que el oleaje los alejó de la costa. Todos los esfuerzos que realizaron para alcanzar tierra firme resultaron fallidos
Agobiados y temiendo por lo peor los marineros se encomendaron a Dios. En ese momento, cayó del Cielo un rayo de luz, lanzando una luz en el oleaje en donde aparece la talla de un Cristo Crucificado.
Inmediatamente los marineros se dirigieron hacia la Imagen, y al sacarla de las aguas vieron como de su costado manaba sangre. Una vez que el temporal amainó se dirigieron sanos y salvos a tierra firme con la Imagen de Cristo Crucificado, la que posteriormente llevaron al antiguo Convento de la Merced en donde es venerada desde entonces como el Cristo de la Sangre.
La liberación de un preso
Tuvo lugar durante el reinado de Carlos III, cuando una grave epidemia de peste asoló Málaga, en la que murieron un gran número de personas, que hacía imposible la celebración de las procesiones. Sin embargo, unos de los lugares en los que la enfermedad no había penetrado con fuerza fue la prisión.
Los reclusos al conocer la noticia, solicitaron al alcaide permiso para salir con el fin de sacar en procesión a la Imagen del Padre Jesús titulado «El Rico». La Autoridad, no accedió al deseo de los presos temiendo que fuera un ardid para evadirse. Entonces éstos, se rebelaron y pudieron por fin llevar a cabo su promesa de realizar la procesión.
Luego, todos volvieron a prisión excepto uno que lo hizo al día siguiente, llevando consigo una cabeza de San Juan Bautista Degollado, que colocó al lado de la cama de un compañero, preso, que se encontraba enfermo. Finalmente el preso como el resto de la población de Málaga, sanó a los pocos días del suceso.
El Rey, conmovido por la acción de los presos, dictó un Decreto por el cual, cada año, durante la procesión de «El Rico» se le concediera la libertad a un recluso. Esta tradición se mantiene aún hoy.
El bandido de Zamarrilla
«El Zamarrilla» fue un bandolero de gran fama que había cometido numerosos delitos. Los alguaciles, dada la peligrosidad de la banda que el Zamarrilla dirigía y tal fue su renombre y la peligrosidad de la banda que capitaneaba, decidieron formar una partida especial para capturarlo a cualquier precio.
Finalmente consiguieron capturarlo, sin embargo, el Zamarrilla hábil y rápido, escapó pero siguiéndole muy de cerca una patrulla. Tras recorrer muchos kilómetros perseguido por los alguaciles, logró entrar en una ermita como refugio donde esconderse. Fue el escondrijo perfecto ocultarse tras el manto de una virgen que se veneraba en aquel lugar. Sus perseguidores no lo encontraron pese a registrar de arriba hacia abajo la ermita.
Después salió del refugio y dándole las gracias a la virgen arrancó una rosa blanca que se criaba en el camino de la ermita para prenderla en el pecho a la imagen, utilizando para ello como alfiler su puñal. Milagrosamente, en ese mismo instante la rosa enrojeció. El bandido presa de terror se arrodillo a los pies de la Virgen para implorarle perdón por su impía vida.
Desde ese instante “El Zamarrilla” se convirtió en un ermitaño que de vez en cuando bajaba a visitar a su adorada imagen de la Virgen.